En España, se estima que aproximadamente el 0,6% de la población canina, es decir, más de 55.000 perros, padece epilepsia, según datos proporcionados por asociaciones veterinarias especializadas. Con motivo del Día de la Concienciación de la Epilepsia, la Real Sociedad Canina de España (RSCE) ha lanzado una campaña de concienciación que pone de relieve la necesidad de una cría responsable y la importancia del diagnóstico y tratamiento temprano de esta enfermedad neurológica.
La epilepsia canina se caracteriza por la aparición de convulsiones recurrentes en los animales. Estas crisis pueden manifestarse de diversas formas, desde episodios leves, como movimientos involuntarios, hasta ataques severos que implican pérdida de conciencia y convulsiones generalizadas. La calidad de vida de los perros afectados depende en gran medida de la frecuencia y gravedad de las crisis, así como de la eficacia del tratamiento administrado.
Las causas de la epilepsia en perros pueden ser tanto genéticas como adquiridas. Se ha observado que ciertas razas, como el Pastor Alemán, el Beagle, el Labrador Retriever, el Golden Retriever y el Bóxer, presentan una mayor predisposición a desarrollar esta afección. Por esta razón, la RSCE desaconseja la cría de perros epilépticos, ya que esto podría perpetuar la transmisión de la enfermedad y comprometer la salud de las futuras generaciones caninas.
El momento en el que aparecen los primeros síntomas es crucial para determinar el origen de la epilepsia. En perros jóvenes (menores de 6 meses), la epilepsia puede estar relacionada con malformaciones congénitas, infecciones o trastornos metabólicos. En el rango de edad de entre 6 meses y 6 años, se diagnostica con mayor frecuencia la epilepsia idiopática, que es de origen genético o desconocido. En perros mayores de 6 años, las causas pueden incluir tumores cerebrales, enfermedades degenerativas y otras condiciones adquiridas.
La correcta identificación de la epilepsia se lleva a cabo mediante diversas pruebas diagnósticas, que incluyen análisis de sangre y resonancias magnéticas, con el objetivo de descartar otras enfermedades que podrían presentar síntomas similares. El tratamiento varía según el tipo de epilepsia y la respuesta del perro a la medicación. Se utilizan medicamentos antiepilépticos para controlar las convulsiones, aunque en algunos casos también se pueden recomendar modificaciones dietéticas y terapias complementarias.
Existen evidencias que sugieren que dietas ricas en ácidos grasos omega-3 y cetogénicas (bajas en carbohidratos y altas en grasas) pueden ayudar a reducir los episodios convulsivos. Además, suplementos nutricionales como los derivados cannabinoides y los ácidos grasos de cadena media han demostrado ser efectivos en la disminución de la frecuencia e intensidad de las crisis. Técnicas como la acupuntura y la fisioterapia, así como el uso de suplementos naturales, también han mostrado beneficios en ciertos casos, siempre bajo la supervisión de un veterinario.
José Miguel Doval, presidente de la RSCE, enfatiza: “Es fundamental que criadores y propietarios sean conscientes de la importancia de la selección genética en la cría canina, así como del bienestar de los animales afectados. Un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado pueden mejorar significativamente la calidad de vida de los perros con epilepsia. Invitamos a los dueños a consultar con su veterinario ante cualquier sospecha de epilepsia y a informarse sobre las mejores prácticas a través de criadores responsables”.
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Susana says:
Buen artículo y muy detallado sobre esta enfermedad en nuestros perros. Un buen diagnóstico ayuda a mejorar su calidad de vida.