Investigaciones recientes han proporcionado la primera evidencia concreta de que los humanos de hace miles de años enterraban a sus perros como signo de emoción y respeto, lo que sugiere que estos animales eran mucho más que simples compañeros de trabajo o guardianes; eran considerados valiosos miembros de la comunidad.
Uno de los hallazgos más destacados proviene del sitio arqueológico de Ain Mallaha, en Israel, donde se descubrieron restos de un perro que datan de aproximadamente 12.000 años. Este perro fue hallado enterrado junto a un humano, lo que indica una relación especial y profunda entre ellos. Este descubrimiento se alinea con la evidencia de que la cultura natufiana, que habitó el Levante durante el período epipaleolítico tardío, integraba a los perros en sus rituales funerarios.
Los entierros conjuntos de humanos y perros evidencian un vínculo emocional significativo, lo que plantea la posibilidad de que los perros desempeñaran un papel importante no solo como ayudantes en la caza, sino también como leales compañeros y protectores. Este acto de dar un entierro digno a los perros podría simbolizar el reconocimiento del impacto que tenían en la vida cotidiana de los humanos de aquella época.
Estos antiguos entierros reflejan el inicio de una relación íntima y emocional que se ha evolucionado a lo largo de los milenios. La conexión entre humanos y perros ha crecido, transformándose en el vínculo profundo que muchas personas experimentan en la actualidad con sus mascotas.
Estos hallazgos arqueológicos y su interpretación ofrecen una fascinante perspectiva sobre cómo los perros se han ganado un lugar especial en los corazones humanos, y resaltan una relación que sigue siendo celebrada y valorada hasta nuestros días.
Maria Jesús Fernandez Rey says:
Muy interesante
Susana says:
Los perros siempre han estado al lado del ser humano, fieles y demostrando su instinto protector.